Patricia Mayeli Quechol-Tecuatl, Rodrigo Herrera-Soto y Arturo Andrade-Salas
Palabras clave
COVID-19, Fisioterapia, Rehabilitación.
Introducción
A finales de 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó sobre el síndrome respiratorio agudo severo causado por un nuevo tipo de virus al que se denominó coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave de tipo 2 (SARS-CoV-2, por sus siglas en inglés), este síndrome posteriormente se conocería como enfermedad por coronavirus de 2019 (COVID-19, por sus siglas en inglés) declarándose como emergencia internacional en enero de 2020 y en marzo del mismo año, la OMS la declararía oficialmente como pandemia.
La COVID-19 es una enfermedad que afecta principalmente las vías respiratorias; sin embargo, en individuos vulnerables con padecimientos como diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedad renal clónica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) e inmunosupresión, entre otros, la enfermedad evolucionaba en un cuadro severo que en algunos casos generaba cuadros clínicos con falla a nivel multisistémico.
En pacientes con cuadros clínicos de COVID-19 severo fue necesario el servicio de la unidad de cuidados intensivos (UCI); con lo cual, los pacientes fueron sometidos a tiempos prolongados de reposo, generando secuelas a nivel multisistémico en su mayoría de origen neurológico, esto posterior a su recuperación.
Los pacientes con estos cuadros clínicos presentaban numerosas deficiencias neurológicas de fase aguda y crónica. Entre los signos y síntomas mas representativos de estos pacientes se encontraban: perdida del olfato (anosmia), alteraciones o perdida del gusto (disgeusia), pérdida de memoria (amnesia), debilidad, entumecimiento, cambios funcionales o estructurales del sistema nervioso central (encefalopatía), dolor por causas neurológicas llamado también neuropatía periférica, depresión y psicosis. En este sentido, la terapia física (fisioterapia) resulta fundamental en la atención temprana para la disminución del impacto de dichas secuelas, mejorando la calidad de vida del paciente mediante la rehabilitación.
A la fecha en México se contabilizan 7, 633, 355 casos confirmados de COVID-19. No obstante, pacientes recuperados fueron dados de alta sin un seguimiento acerca de su recuperación y rehabilitación. En adelante, se resalta la importancia de un seguimiento estructurado, con intervención fisioterapéutica en los tres niveles de atención, con el objetivo de disminuir las secuelas causadas por el daño post-COVID-19 a nivel multisistémico, y específicamente en las de origen neurológico.
El SARS-CoV-2 es un virus que afecta principalmente las vías respiratorias, ya que se transmite vía aérea, principalmente por medio de aerosoles y gotitas de Flügge generados por individuos infectados con dicho virus al estornudar o toser. Una vez que el virus ingresa al organismo, requiere de un receptor presente en las células que infecta, en este caso se trata de la enzima convertidora de angiotensina tipo 2 (ACE2, por sus siglas en inglés). Este receptor funciona como llave de ingreso para que el virus pueda infectar todas las células que cuenten con dicho receptor, entre los tejidos afectados se encuentran principalmente los tejidos: pulmonar, cardíaco, renal y esplénico.
En cuanto las células del tejido han sido infectadas y el virus se duplica, se genera un proceso inflamatorio en el cual, las células del sistema inmunológico liberan gran cantidad de sustancias químicas conocidas como citocinas, necesarias para degradar las células infectadas y los virus en el tejido dañado. Es importante mencionar que la respuesta inflamatoria, así como la liberación de citocinas no es focalizada, por lo que otros tejidos que se encuentran en la periferia o lejos de la infección pueden resultar dañados, como consecuencia se presenta daño multiorgánico significativo en pacientes con COVID-19 severa.
La sintomatología y la saturación de oxigeno permiten determinar la severidad del cuadro clínico ocasionado por COVID-19. Los pacientes infectados pueden clasificarse en tres estadios de la enfermedad que son: leve, en el cual el paciente requiere un manejo ambulatorio; moderado, el manejo depende del criterio del medico tratante; severo, es necesario el manejo intrahospitalario. Con respecto a los pacientes que presentan cuadros severos, estos representan un 10-15%; de estos, un 5% presentan complicaciones. En este sentido, la mortalidad aumenta con la presencia de condiciones de comorbilidad.
El tejido del sistema nervioso en es uno de los más afectados por los efectos del SARS-CoV-2 en el organismo; como la mayoría sabemos, las células del sistema nervioso se comunican por medio de impulsos eléctricos; en neurociencias, estos impulsos eléctricos se conocen como potenciales de acción. Como se ha mencionado anteriormente, el proceso inflamatorio provocado por la infección con SARS-CoV-2 genera la liberación de diversas sustancias químicas, muchas de ellas toxicas para el organismo, entre estas sustancias químicas se encuentran los radicales libres, que son moléculas que contienen oxígeno, estas moléculas son altamente reactivas y alteran los potenciales de acción de las células del sistema nervioso, impidiendo la comunicación adecuada.
Sin una comunicación adecuada, las células del sistema nervioso pierden la capacidad de regular el funcionamiento no solo del propio sistema nervioso, sino de los demás órganos y tejidos del organismo. Todas estas alteraciones se manifiestan principalmente durante la recuperación del paciente; como ejemplo, se han presentado cuadros de ansiedad y depresión post- COVID-19, además de signos y síntomas del síndrome de desacondiciona miento físico que se ha asociado a una desregulación de funciones del sistema nervioso provocadas no solo por el desarrollo del proceso inflamatorio, si no también por el reposo prolongado.
El síndrome de desacondicionamiento físico (SDF), se caracteriza por presentar una afectación multisistémica y a nivel metabólico; la causa principal es el reposo prolongado. Entre los signos más comunes del SDF se encuentran: la atrofia de fibras musculares, aumento de fatiga muscular, baja tolerancia a la falta de oxígeno, dependencia del metabolismo anaeróbico, presencia de ulceras causadas por presión, disminución de la densidad ósea y afectación vestibular.
Todas estas alteraciones impactan principalmente en el sistema respiratorio; ya que, se compromete el diafragma y los músculos intercostales que forman parte de la estructura mecánica de dicho sistema.
En pacientes que padecieron formas de COVID-19 grave, en los que fue necesario un tratamiento intrahospitalario por medio de la unidad de cuidados intensivos (UCI) presentaron SDF posterior a ser dados de alta. La presencia de SDF generó limitaciones en los pacientes para reincorporarse a sus actividades normales, lo que se vio reflejado en una menor capacidad para realizar actividades cotidianas y laborales, afectando su calidad de vida.
La fisioterapia (también conocida como terapia física), es una disciplina de las ciencias de la salud, se encarga de proporcionar los medios para tratamiento y rehabilitación de pacientes, con síntomas o problemas físicos causados por diversas patologías. Para ello, la fisioterapia se divide en varias ramas, cada una especializada en una región específica del organismo.
En pacientes que padecieron COVID-19 severo, que presentan síntomas de SDF posterior a ser dados de alta, una rama de la fisioterapia conocida como fisioterapia neurológica, desempeña un papel crucial al abordar el tratamiento de las secuelas neuromusculares, centrándose en la rehabilitación de síntomas como: problemas del movimiento, equilibrio y coordinación, que surgen como consecuencia de la infección. En este sentido, los fisioterapeutas neurológicos diseñan programas personalizados para mejorar y recuperar la movilidad, la fuerza y la función muscular, contribuyendo así a la recuperación integral de los pacientes después de la enfermedad.
Otra rama importante es la fisioterapia respiratoria, Esta se centra en la fisioterapia pulmonar, en la cual se utilizan diversas técnicas, como ejemplos se mencionan: ejercicios respiratorios, percusión y vibración torácica; todo esto con el objetivo de eliminar secreciones, mejorar la ventilación pulmonar y fortalecer los músculos respiratorios. En pacientes que han superado la COVID-19, proporciona métodos y técnicas que contribuyen a mejorar la función pulmonar, la capacidad respiratoria y la fuerza de la musculatura del sistema respiratorio. En conjunto, se trata de un reentrenamiento de la respiración, cuya finalidad es aliviar la dificultad respiratoria, favoreciendo la recuperación total de la función pulmonar.
Además de las ramas mencionadas, tenemos también a la fisioterapia deportiva, cuya finalidad es restituir tanto la salud física como la funcionalidad de órganos y tejidos. Los fisioterapeutas deportivos se encargan de personalizar una terapia dinámica, para potenciar la fuerza, resistencia y movilidad, con el objetivo de tratar deficiencias musculares y limitaciones en el rango de movimiento. Así mismo, se dedican a supervisar el avance gradual del ejercicio, facilitando el retorno seguro y eficaz de los pacientes a sus actividades físicas regulares.
Con todo lo anterior, entendemos que el trabajo del fisioterapeuta permite mejorar la calidad de vida de todos los pacientes, poniendo como ejemplo a los pacientes que han superado la COVID-19 grave. Además, entendemos la importancia de las ramas especializadas de la fisioterapia que intervienen en el proceso de rehabilitación, que por medio de una adecuada recuperación de la función de órganos y sistemas contribuyen a mejorar la calidad de vida del paciente.
Finalmente, es importante recalcar que el trabajo del fisioterapeuta no solo se limita a la rehabilitación del paciente, sus funciones van más allá, una de suma importancia es fomentar el acondicionamiento físico y buen estado de salud en pacientes sanos; ya que, contar con un organismo sano, disminuye potencialmente el riesgo de secuelas posterior a una enfermedad grave, no solo COVID-19, evitando así tiempos prolongados de rehabilitación del paciente.